Shameless  

Posted by Goliardo





Frank Gallagher, un padre vago, alcóholico y drogadicto, abandonado por su esposa, incapaz de hacerse cargo de sus seis hijos a quienes deja liberados al azar de la vida, es el protagonista de esta serie británica que bien podría ser una novela de Dickens, pero es una comedia brillante, desenfrenada y desvergonzada, como su nombre lo anuncia.
Tomando como escenario un imaginario barrio obrero de los suburbios de Manchester, Chasworth State,  las situaciones que Shameless plantea no encuentran límites, y terminamos riendo catárticamente hasta las lágrimas de lo que de otro modo sería una tragedia cargada de realismo social desgarrador. Sin embargo, el desfile de personajes insólitos, posibles en esta fauna infernal  de las miserias humanas -pero también del ingenio y del instinto de supervivencia- termina transformando a la serie de alguna manera en una versión siglo XXI de las novelas picarescas del Renacimiento, como El Lazarillo de Tormes o el Guzmán de Alfarache, donde los pícaros se multiplican en los hermanos Gallagher : Fiona de 20, la hermana mayor y madre sustituta; Lip, de 17, inteligente e ingenioso, aunque no deje de meterse en problemas sin quererlo; Ian, de 16, que es además el homosexual oculto de la familia; Debbie, de 12, tramposa, astuta y angelical; Carl, de 10, torpe, ingenuo y encantador, y Liam, de 3, la principal preocupación de todos los demás. La historia se centra en los cotidianos enredos para sobrevivir de estos hermanos, en un sistema que no admite que los menores se crien sólos, casi por fuera de las instituciones, o a pesar de ellas,  generando sus propios lazos de solidaridad (generalmente en contra o a pesar del padre), y consolidando una familia construída en el afecto que se sobrepone a los accidentados lazos sanguíneos. A ellos se les sumarán, los vecinos amigos y cómplices, Kev y Verónica, Steve, el novio de Fiona,  despierto, generoso y solidario (aunque sea ladrón y reducidor de autos de lujo); y otros personajes que no dejarán de aparecer para quedarse y alternarse en una saga de insólitas y nada convencionales aventuras de esta caterva de desclasados disfuncionales.
Para dar una idea de cómo la realidad más cruda se transforma en Shameless en comedia descarnada, basta señalar que el propio guionista, Paul Abbot, admite que la historia está basada en sus propias experiencias biográficas.
Esta serie desaforada e imperdible, fue emitida en Argentina por el canal de cable I-Sat, que la pasó de manera discontinua y salteada en horarios perdidos de su grilla de programación, y para quienes se las ingenien, se hace imperativo recomendar que la descarguen de la red concaracter de urgencia, tomándose luego el trabajo de averiguar cómo se hace para agregarle subtítulos. El que suscribe, con la colaboración de su familia, en un verano de pesadilla (al que esta maravilla endulzó grandemente), se entretuvo investigando y buscando, y así llegamos a conseguir ver casi las cuatro primeras temporadas, de siete que se siguen transmitiendo hasta este año, con promesa de otra para el 2011. Luego, la rutina y los avatares de la vida interrumpieron esta pasión que se nos hizo vicio, y hoy estamos padeciendo de un insoportable síndrome de abstinencia, que me lleva a esta evocación. Por eso, si alguien puede orientarme para conseguir lo que nos falta en alguna página amable y de facil acceso, estaré muy agradecido, y le diré que está ayudando a una familia necesitada.
Mientras tanto, vaya esta evocación nostálgica de quienes hemos anudado a los Gallagher a nuestra propia existencia, casi como si fueran nuestros vecinos (aunque afortunadamente, no lo son). Las imágenes que subí corresponden al final del capítulo especial de navidad, que inaugura la segunda temporada. No se lo pierdan, particularmente la imagen congelada del final,  sobre la que van los créditos de cierre.
Espero que lo disfruten, sin  vergüenza.

Y bueno, soy argentino...  

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Argentino hasta la muerte
 (fragmento)

Argentino hasta la muerte
He nacido en Buenos Aires,
¡Qué me importan los desaires
con que me trata la suerte!
Argentino hasta la muerte,
He nacido en Buenos Aires.

Guido y Spano,1895


A Buenos Aires la fundaron dos veces
a mi me fundaron dieciséis
ustedes han visto cuántos tatarabuelos tiene uno
yo acuso siete españoles seis criollos y tres franceses
el partido termina así
combinado hispanoargentino 13 franceses 3
suerte que los franceses en principe son franceses
si no qué haría yo tan español
nací por fín hermanos
en esta dulce amarga picante insípida tierra argentina
nacía en Chascomús en Buenos Aires
nací en tantos lugares casi todos con agua
cuando empezó mi desarrollo se acabó el del país
una hija me nació de cada oreja
fallecí en una playa de Vigo
vuelvo a nacerme cada vez que amo
me naceré en París con lluvia fina
porque yo hermanos igual que Buenos Aires
no estaba aquí me trajeron de Europa
me trajeron por piezas
primero una mitad la otra dos siglos después
tengo entonces dos piernas como desparejas
una pisa el abismo de malones y humo
otra un muelle reciente sobre el río de barro
abierto así en el tiempo camino rengueando
y bueno soy argentino


a mi abuelo más histórico lo mandó Carlos el Hechizado
le ordenó respirar estos aires no aquéllos
porque el tipo según dice mi tío Mario
se apuntaba cierta dama de la corte
contra los mejores derecho de su majestad
excelente medida del buen rey
aquí las ñustas no eran problema
fue así como ese abuelo españolísimo gauchísimo
fundó una dinastía de capitanes de frontera
es decir de terratenientes
es decir de políticos conservadores
doña Agustina la pegó en gran forma
al casarse con un tal Ortiz de Rozas
pero después la casa fue poniéndose fea
las mesas de caoba se fueron enchapando
los picos de gas quedaron abandonados entre los caireles
y sobrevino la era del querosén
entonces es claro muera la caoba maciza
y viva el querosén ese combustible tan distinguido
al final a mamá la arreglaron con quinientas hectáreas
y bueno soy argentino


Napoleón y un ejército de abuelos franceses
quisieron invadir España pobre d´eyo
pero hubo una española que se dejó
invadir ella sí por el mío
produciéndose a la larga una niñita
con quien vino a casarse mi español más reciente
el abuelo de quien desciendo más
el verdadero Baldomero
el que cambió su huerta de Bárcena por una ropería en la avenida de Mayo
y dale al por mayor algo muy simple
comprar a tanto vender a cuánto
el estado gendarme vigilaba sin mucho entusiasmo
este mundo era nuevo qué fácil ponerse las ofrecidas botas
también era fácil arruinarse dejar a la familia entre cachivaches
pero no era tan fácil ser el padre del gran poeta
y sin embargo se le dio
tampoco era fácil ser el hijo del gran poeta
y sin embargo se me dio
El hijo por Baldomero Fernandez
puro por cruza con la Negrita López
ella no se veía
él clausuraba el horizonte
cada paso que doy se me caen encima setenta balcones
ustedes dirán acabala con el viejo
pero cómo dejar de ser overo de tal tigre
disculpen la riqueza
las telas de mi abuelo las recibí en palabras
ahora con mi tesoro voy cruzando la pampa
atravesando las calles desiertas con los bolsillos rebosantes de piedras preciosas
y bueno soy argentino


así engendrado y concebido
me muevo como buzo ágil a distintas alturas de la sociedad
como avión con base bien situada y mucha autonomía de vuelo
tengo suficiente confianza con el boy Julito
pero soy uno más entre los pibes que vivían en los ranchos junto a la laguna
yo les prestaba mi bicicleta importada una vuelta manzana a cada uno
yo no fumaba ni decía malas palabras ni amenazaba con ir al prostíbulo
tampoco iba al catecismo como ellos
yo creía que el padrenuestro no era más que un tango
pero todos barajábamos los mismos cubitos de mármol sobre el dorso de la misma mano
pero todos mordíamos los mismos damascos sobre los mismos techos de cinc
todos éramos iguales ante la ley bajo el farol de la esquina
ese provinciano mediador entre el cielo de oro y la calle de tierra
oscilante a la altura de las hojas más claritas de los plátanos
rodeado por un halo de insectos predispuestos a la muerte rápida
todos éramos iguales iluminados así desde arriba
arrastrando las zapatillas en el colchón de polvo del verano
así soy de todas esas maneras
guerrero campesino comerciante poeta perhaps
español francés indio casi seguro
rico pobre de todas las clases y de ninguna
y bueno soy argentino

César Fernández Moreno



Plantando café en Nicaragua  

Posted by Goliardo in


Cualquier semejanza con nuestra coincidencia es pura realidad (¿no era así)






Me identifico con unas cuantas cosas ¿será generacional?

Violetas para Mercedes  

Posted by Goliardo in

Se nos murió la gran dama,
Negra Sosa, pacha mama
de Corrientes,
que bordó puntos y comas
en las prisas del idioma
de la gente.

Martina Fierro de ley
que sin dios, patria ni rey
tiró p'alante,
antes de decir adiós
me propuso un blues a dos
voces distantes,

distintas, y, sin embargo,
cerquita del ron amargo
que consuela,
que abruma, que mortifica,
que suma, que santifica,
que desvela.

Cuando rompió la baraja,
hizo del bombo su caja
de Pandora,
entre el mestizo y el yanqui
se quedaba con Yupanqui
hasta la aurora.

Todos menos uno, dijo,
provocando el acertijo
de Cosquín,
militante del futuro,
no pudo con ella el muro
de Berlín.

Canto ancestral de Argentina,
la más frutal de las minas,
todo es nada,
no sabe cómo la lloro,
desafinando en el coro
de las hadas.

Madrina de los roqueros
más intrusos, más villeros,
menos brutos;
en calle melancolía
mi letra y su melodía
visten de luto.

Más de una vez la besé
pero nunca olvidaré
la noche aquella:
aquel piano y su voz
y mi sonanta y la coz
de las estrellas.

Me aterran las despedidas
pero gracias a la vida
de Violeta,
Mercedes inventó el son
que duerme en el corazón
de los poetas



Joaquín Sabina

La Chacarita, septiembre 2009

Radiografía  

Posted by Goliardo in

Entre la identidad heredada
y la historia propia,
la hermandad es un espejo
en el que nos vemos incompletos.
Pero al mirar y ver y oir
y sentir profundo
nos vemos los huesos del alma.



A.L.
XVII-I-MMIX

Memorias y olvidos imposibles  

Posted by Goliardo in ,

A la capitana de los mares, para que siga apostando a alimentar su hermoso corazón soñador.

Por un momento hubiera querido poder ser el autor de estas palabras, y decírtelas aquella tarde en la que nunca estuve, frente a ese mar que nunca ví, esa tarde que nunca vivimos ni viviremos, para construir un hermoso falso recuerdo:


Toco tu boca
(Capítulo 7 de Rayuela)


Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio.
Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura.
Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella.
Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua.




En otros momentos, quisiera que el olvido pudiera desearse con toda esta poesía, para que el sufrimiento se vuelva belleza:




Cuando el olvido y la memoria luchan en nuestro corazón, siempre nos queda la poesía como refugio.

Cosa de locos.  

Posted by Goliardo in

Todos los días la mano torpe agitaba los vidrios de las ventanas, bien temprano, con las primeras luces plenas de la mañana, "¡despiértese, señora, que el día la está esperando!". Algunas mujeres alteradas, asustadas en la soledad de sus casas tras la partida de sus esposos rumbo al trabajo, espantaban a Chichilo con palabras duras o con baldazos de agua que lo bañaban. Pero Chichilo no cejaba, era el loco del pueblo y hacía bien su trabajo. También había otras mujeres buenas que lo querían a Chichilo, y lo esperaban con comida, le conversaban, mandaban saludos por su intermedio a sus comadres, le acomodaban la ropa que llevaba o le regalaban otra nueva, que para ellas era vieja. Sólo la señora de Renzi le dejaba la puerta del patio de atrás abierta a Chichilo.
El pueblo entero se sorprendió cuando el nuevo intendente se congració con las señoras de la Sociedad de la Caridad, y mandó a encerrar a Chichilo en el hospicio. "No le hacía daño a nadie..." decían los hombres; las mujeres se dividían: unas comentaban, y las otras también, pero éstas últimas con malicia. Los hombres no sabían, todas las mujeres del pueblo tampoco, pero ellas tenían la certeza que los hombres desconocían. Y el intendente tenía la tendencia de ser accesible a los pedidos de las mujeres respetables, y se sabía que un decreto firmado por el intendente no tenía vuelta atrás.
El pueblo entero se volvió a sorprender cuando la señora de Renzi , a pesar de lo irreversible de la situación, organizó la marcha al hospicio, pidiendo la "libertad" de Chichilo.
Chichilo era el loco del pueblo, aunque era apuesto a su manera. Era rubio como un niño, tenía ojos de espuma de mar y cielo, era alto y robusto, aunque torpe e infantil.
La esposa del director del hospicio tampoco sabía nada, pero lo sospechaba con seguridad, y se lo deslizó al marido. "La señora de Renzi es una descarada", pensó el director del hospicio. "Su esposo no puede no saber nada, no voy a ser yo quien se lo diga", pensó, "y la mujer lo está avergonzando". Pero el marido de la señora de Renzi en verdad no sabía nada, porque vivía muy ocupado.
Cuando la señora de Renzi, acompañada por sus fieles amigas y aliadas defensoras de Chichilo, lo encaró al director, el hombre les dijo que ese era el mejor lugar para el muchacho, que en ninguna otra parte lo iban a atender mejor, que estaba en manos de quienes sabían, que en la calle no resistiría su salud, que podría ser peligroso para él y para la comunidad mantenerlo en ese estado, etc., etc. El director miraba a la señora de Renzi sabiendo que ninguna de esas intencionadas razones podría ser desmentida sin una confesión pública de la señora ¿Qué diría? ¿Que con ella, revolcándose en la inmundicia, estaba mejor que con nadie? ¿Que ella misma se encargaba del aseo y la higiene del muchacho, antes y después del acto infame?
Lo cierto es que la marcha fue un fracaso. Se puede entrar y salir de una cárcel, con la ayuda de un tecnicismo, pero no se sale de un manicomio así como así, y menos con la firma del intendente de por medio. Chichilo estaba más preso que los presos, y por las mañanas lloraba aullando, recordando a la señora de Renzi. Y ella también lloró al principio, recordando las manos fuertes de Chichilo, que se aferraban a su carne como un alpinista a la roca, recordando sus besos de tormenta ronca, su sed de niño torpe y hambriento. Ella sabía bien que no era lujuria, era ardiente ternura.
Su marido seguía sin sospechar que las maliciosas señoras lo habían forzado a gestar una venganza infalible y sin retorno, y cuando a la larga todos los hombres del pueblo lo supieron, elevaron al intendente de Renzi a la categoría de gran héroe reivindicador del género vituperado, consideraron la internación de Chichilo como un castigo humillante y ejemplar para la mujer.
Pero la gloria le duró poco al intendente marido engañado: el día en que firmó el nombramiento de su esposa como jefa de enfermeras del hospicio, el intendente se enteró poco después de los motivos que habían llevado a la adúltera a hacerle ese pedido: un vecino finalmente se atrevió a plantearle el tema, pero ya era demasiado tarde. Estalló el escándalo, cuando el nombramiento era firme y no había vuelta atrás, lo había firmado el propio intendente traicionado. El matrimonio se derrumbó, al igual que la carrera política del doctor de Renzi.
Hoy Chichilo ya no golpea las ventanas, sino los barrotes de su cama, cada vez que la jefa de enfermeras lo viene a buscar para darle su baño reglamentario, mal que le pese al señor director, pero nada puede modificar el protocolo de enfermeras: "inciso 4: el rol de tareas de aseo e higiene de los internos estará a cargo de la jefa de enfermeras". La ex señora de Renzi fue elegida al poco tiempo de su nombramiento, delegada sindical con inmunidad gremial. Todavía le queda un año, pero el director la tolera porque Chichilo ya no aulla y entonces no altera a los otros internos. Después de todo ya no hay presiones: ya nadie comenta el tema, la relación insana se queda dentro de las paredes del hospicio, y el intendente de Renzi renunció hace un año, y se fue del pueblo. Y nadie asea a Chichilo si no es la jefa de enfermeras en privado. Después de todo, lo dicho: qué mejor lugar que un manicomio para bendecir una verdadera pasión de locos.