Tomando como escenario un imaginario barrio obrero de los suburbios de Manchester, Chasworth State, las situaciones que Shameless plantea no encuentran límites, y terminamos riendo catárticamente hasta las lágrimas de lo que de otro modo sería una tragedia cargada de realismo social desgarrador. Sin embargo, el desfile de personajes insólitos, posibles en esta fauna infernal de las miserias humanas -pero también del ingenio y del instinto de supervivencia- termina transformando a la serie de alguna manera en una versión siglo XXI de las novelas picarescas del Renacimiento, como El Lazarillo de Tormes o el Guzmán de Alfarache, donde los pícaros se multiplican en los hermanos Gallagher : Fiona de 20, la hermana mayor y madre sustituta; Lip, de 17, inteligente e ingenioso, aunque no deje de meterse en problemas sin quererlo; Ian, de 16, que es además el homosexual oculto de la familia; Debbie, de 12, tramposa, astuta y angelical; Carl, de 10, torpe, ingenuo y encantador, y Liam, de 3, la principal preocupación de todos los demás. La historia se centra en los cotidianos enredos para sobrevivir de estos hermanos, en un sistema que no admite que los menores se crien sólos, casi por fuera de las instituciones, o a pesar de ellas, generando sus propios lazos de solidaridad (generalmente en contra o a pesar del padre), y consolidando una familia construída en el afecto que se sobrepone a los accidentados lazos sanguíneos. A ellos se les sumarán, los vecinos amigos y cómplices, Kev y Verónica, Steve, el novio de Fiona, despierto, generoso y solidario (aunque sea ladrón y reducidor de autos de lujo); y otros personajes que no dejarán de aparecer para quedarse y alternarse en una saga de insólitas y nada convencionales aventuras de esta caterva de desclasados disfuncionales.
Para dar una idea de cómo la realidad más cruda se transforma en Shameless en comedia descarnada, basta señalar que el propio guionista, Paul Abbot, admite que la historia está basada en sus propias experiencias biográficas.
Esta serie desaforada e imperdible, fue emitida en Argentina por el canal de cable I-Sat, que la pasó de manera discontinua y salteada en horarios perdidos de su grilla de programación, y para quienes se las ingenien, se hace imperativo recomendar que la descarguen de la red concaracter de urgencia, tomándose luego el trabajo de averiguar cómo se hace para agregarle subtítulos. El que suscribe, con la colaboración de su familia, en un verano de pesadilla (al que esta maravilla endulzó grandemente), se entretuvo investigando y buscando, y así llegamos a conseguir ver casi las cuatro primeras temporadas, de siete que se siguen transmitiendo hasta este año, con promesa de otra para el 2011. Luego, la rutina y los avatares de la vida interrumpieron esta pasión que se nos hizo vicio, y hoy estamos padeciendo de un insoportable síndrome de abstinencia, que me lleva a esta evocación. Por eso, si alguien puede orientarme para conseguir lo que nos falta en alguna página amable y de facil acceso, estaré muy agradecido, y le diré que está ayudando a una familia necesitada.
Mientras tanto, vaya esta evocación nostálgica de quienes hemos anudado a los Gallagher a nuestra propia existencia, casi como si fueran nuestros vecinos (aunque afortunadamente, no lo son). Las imágenes que subí corresponden al final del capítulo especial de navidad, que inaugura la segunda temporada. No se lo pierdan, particularmente la imagen congelada del final, sobre la que van los créditos de cierre.
Espero que lo disfruten, sin vergüenza.