Cosa de locos.  

Posted by Goliardo in

Todos los días la mano torpe agitaba los vidrios de las ventanas, bien temprano, con las primeras luces plenas de la mañana, "¡despiértese, señora, que el día la está esperando!". Algunas mujeres alteradas, asustadas en la soledad de sus casas tras la partida de sus esposos rumbo al trabajo, espantaban a Chichilo con palabras duras o con baldazos de agua que lo bañaban. Pero Chichilo no cejaba, era el loco del pueblo y hacía bien su trabajo. También había otras mujeres buenas que lo querían a Chichilo, y lo esperaban con comida, le conversaban, mandaban saludos por su intermedio a sus comadres, le acomodaban la ropa que llevaba o le regalaban otra nueva, que para ellas era vieja. Sólo la señora de Renzi le dejaba la puerta del patio de atrás abierta a Chichilo.
El pueblo entero se sorprendió cuando el nuevo intendente se congració con las señoras de la Sociedad de la Caridad, y mandó a encerrar a Chichilo en el hospicio. "No le hacía daño a nadie..." decían los hombres; las mujeres se dividían: unas comentaban, y las otras también, pero éstas últimas con malicia. Los hombres no sabían, todas las mujeres del pueblo tampoco, pero ellas tenían la certeza que los hombres desconocían. Y el intendente tenía la tendencia de ser accesible a los pedidos de las mujeres respetables, y se sabía que un decreto firmado por el intendente no tenía vuelta atrás.
El pueblo entero se volvió a sorprender cuando la señora de Renzi , a pesar de lo irreversible de la situación, organizó la marcha al hospicio, pidiendo la "libertad" de Chichilo.
Chichilo era el loco del pueblo, aunque era apuesto a su manera. Era rubio como un niño, tenía ojos de espuma de mar y cielo, era alto y robusto, aunque torpe e infantil.
La esposa del director del hospicio tampoco sabía nada, pero lo sospechaba con seguridad, y se lo deslizó al marido. "La señora de Renzi es una descarada", pensó el director del hospicio. "Su esposo no puede no saber nada, no voy a ser yo quien se lo diga", pensó, "y la mujer lo está avergonzando". Pero el marido de la señora de Renzi en verdad no sabía nada, porque vivía muy ocupado.
Cuando la señora de Renzi, acompañada por sus fieles amigas y aliadas defensoras de Chichilo, lo encaró al director, el hombre les dijo que ese era el mejor lugar para el muchacho, que en ninguna otra parte lo iban a atender mejor, que estaba en manos de quienes sabían, que en la calle no resistiría su salud, que podría ser peligroso para él y para la comunidad mantenerlo en ese estado, etc., etc. El director miraba a la señora de Renzi sabiendo que ninguna de esas intencionadas razones podría ser desmentida sin una confesión pública de la señora ¿Qué diría? ¿Que con ella, revolcándose en la inmundicia, estaba mejor que con nadie? ¿Que ella misma se encargaba del aseo y la higiene del muchacho, antes y después del acto infame?
Lo cierto es que la marcha fue un fracaso. Se puede entrar y salir de una cárcel, con la ayuda de un tecnicismo, pero no se sale de un manicomio así como así, y menos con la firma del intendente de por medio. Chichilo estaba más preso que los presos, y por las mañanas lloraba aullando, recordando a la señora de Renzi. Y ella también lloró al principio, recordando las manos fuertes de Chichilo, que se aferraban a su carne como un alpinista a la roca, recordando sus besos de tormenta ronca, su sed de niño torpe y hambriento. Ella sabía bien que no era lujuria, era ardiente ternura.
Su marido seguía sin sospechar que las maliciosas señoras lo habían forzado a gestar una venganza infalible y sin retorno, y cuando a la larga todos los hombres del pueblo lo supieron, elevaron al intendente de Renzi a la categoría de gran héroe reivindicador del género vituperado, consideraron la internación de Chichilo como un castigo humillante y ejemplar para la mujer.
Pero la gloria le duró poco al intendente marido engañado: el día en que firmó el nombramiento de su esposa como jefa de enfermeras del hospicio, el intendente se enteró poco después de los motivos que habían llevado a la adúltera a hacerle ese pedido: un vecino finalmente se atrevió a plantearle el tema, pero ya era demasiado tarde. Estalló el escándalo, cuando el nombramiento era firme y no había vuelta atrás, lo había firmado el propio intendente traicionado. El matrimonio se derrumbó, al igual que la carrera política del doctor de Renzi.
Hoy Chichilo ya no golpea las ventanas, sino los barrotes de su cama, cada vez que la jefa de enfermeras lo viene a buscar para darle su baño reglamentario, mal que le pese al señor director, pero nada puede modificar el protocolo de enfermeras: "inciso 4: el rol de tareas de aseo e higiene de los internos estará a cargo de la jefa de enfermeras". La ex señora de Renzi fue elegida al poco tiempo de su nombramiento, delegada sindical con inmunidad gremial. Todavía le queda un año, pero el director la tolera porque Chichilo ya no aulla y entonces no altera a los otros internos. Después de todo ya no hay presiones: ya nadie comenta el tema, la relación insana se queda dentro de las paredes del hospicio, y el intendente de Renzi renunció hace un año, y se fue del pueblo. Y nadie asea a Chichilo si no es la jefa de enfermeras en privado. Después de todo, lo dicho: qué mejor lugar que un manicomio para bendecir una verdadera pasión de locos.

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16 comentarios

Que bello texto, buen remate final, goliardo, eres tremendo, me has echo encariñar con Chichilo (cuántos de ellos andan pintando alegres la ciudad...)
Un abrazo grande!

16 de noviembre de 2008, 12:31:00 GMT-2

Y eso que la mayoría de esos amantes locos, seguimos sueltos por el mundo. Otra muestra de lo equivocados que están nuestros prejuicios. Bello texto. Un abrazo.

16 de noviembre de 2008, 14:27:00 GMT-2

¡Charlotte, ya te estaba extrañando! Me alegro que te haya gustado el texto, creo que Chichilo se llevaría de maravillas con tus maravillosos personajes. Yo le pongo mis fichas a la señora de Renzi, que se animó a internarse en ese manicomio feliz. Deberíamos quizás construir manicomios como ese, para todos nosotros. Mientras tanto, es saludable encontrarnos en esta taberna ¡Un trago a tu salud!

17 de noviembre de 2008, 19:28:00 GMT-2

Bienvenida, la peor de todas. Es cierto lo de los prejuicios, que siempre se equivocan. Habría que empezar a pensar en lugares donde encerrar a los cuerdos, a ver si se curan, los pobrecitos, y nos dejan a los locos vivir en paz.
Si mirás con atención la foto, verás que el joven Goliardo tiene la gorra de capitán puesta para lanzarse por ese tobogán y acompañarte a la feria. Un abrazo grande.

17 de noviembre de 2008, 19:34:00 GMT-2

Brindo por eso entonces!, construyamos nuestro albergue... ja ja ja. Besos!

17 de noviembre de 2008, 21:38:00 GMT-2

Que buen relato, bien condimentado y narrado.
Si que se conocen genios escritores en estos vericuetos de blog.

Saludos

17 de noviembre de 2008, 23:39:00 GMT-2

No hay cosa que una mujer enamorada, deje de hacer por conseguir lo que quiere. Esta señora no es más que la prueba. Pobre del hombre que cree que él es el que decide algo, en cuestiones de amor. Muy lindo este blog..lo voy a seguir también...Te quiero mucho!

4 de diciembre de 2008, 14:41:00 GMT-2

" cosa de locos " yo trabaje en un lugar asi , y decimos no solo hay que estar loco sino tambien parecerlo ,y ahi andaba ... la sobrima de Leopoldo Lugones con un saco de lana grande ... sucio ... guardando puchos en la manga .
Es triste esa realidad cuando se puede ver desde adentro .
y el pueblo ama a algunos y le teme a a otros ( yo los quiero a todos jajaj )
Un abrazo

8 de diciembre de 2008, 13:14:00 GMT-2

Gracias Celia, contesto tarde pero seguro ({ultimamente no tengo mucho tiempo para dedicarle a esta taberna). Ya te dejé también un saludo en tu casa. Más abrazos.

8 de diciembre de 2008, 15:04:00 GMT-2

Me impacta mucho, Ana Gabriela, tu testimonio (no sabía que la "maldición" de los Luganes alcanzaba también a la sobrina). Sé lo que son esos lugares por dentro, pero sólo a través de testimonios, y quizás sean como las cárceles, esos otros "depósitos de residuos sociales": si se entra "a medias" se sale (si es que se sale) "completo". Desde ya, el cuentito es ingenuo, se escuda, para evitar lo terrible de la realidad, en un "pueblo chico, infierno grande", para plantear un simple ¿de qué lado están los locos, o en qué consiste serlo? Creo que conocer esa realidad desde adentro, debe hacer que uno los quiera y los comprenda un poco más. Y te debe sacar las ganas de reirte de eso. De todos modos, gracias por soportar este cuentito ingenuo y pasatista, una pequeña fábula sobre amores "locos" por no convencionales. Te mando un abrazo entusiasta. Hasta el próximo encuentro, donde descubriré algo más de vos. Gracias por todo.

8 de diciembre de 2008, 15:13:00 GMT-2

Madre del alma, gracias por seguirme hasta acá. Ahora voy a tener que postear más seguido, así te encuentro también en esta taberna ruidosa. Choquemos nuestros jarros, y brindemos por todo lo que tenemos para brindar en estos días. BESOS RUIDOSOS.

8 de diciembre de 2008, 15:14:00 GMT-2

Es excelente alejandro...¡Cómo me gusta tu prosa! Agil, envolvente, recreadora de ambientes y personajes. Bravo amigo. Un lujo

8 de diciembre de 2008, 19:50:00 GMT-2

Mira uno con los locos se divierte, se emociona ,tu relato es la pintura perfecta , hay varios personajes parecidos a chichilo , ternura pura .
Un abrazo ¿ y los cigarrillos ?

9 de diciembre de 2008, 0:30:00 GMT-2

Gracias Marisa, no te das una idea de cuánto me reconforta que te guste mi prosa, querida y admirada poeta. Me dan ganas de escribir algo más lo antes posible. Y lo prometido será deuda. Te mando un enorme abrazo, que no entra en este humilde espacio.

10 de diciembre de 2008, 16:56:00 GMT-2

Uf, tuve que caminar pero al final conseguí los cigarrillos para tío también. Me alegra mucho que el cuento te parezca un buen retrato, a vos que los conocés. Deberían dejarlos sueltos, como a Chichilo, y encerrar a otros que son más peligrosos: gobiernan, manejan empresas, arruinan gente. Por eso quería reivindicar a uno, que por lo menos tenga su paraíso personal. Por eso cada vez me cae mejor la Señora de Renzi, la heropina del cuento. Otro abrazo, Ana Gabriela, y me alegra que reincidas con las visitas a esta taberna ruidosa.

10 de diciembre de 2008, 17:12:00 GMT-2

Viste?
EL AMOR SIEMPRE TRIUNFA
Porque por cierto
me he sentido rodeada de màs enfermos FUERA que dentro de los manicomios.

29 de diciembre de 2008, 14:19:00 GMT-2

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